El glaucoma es una enfermedad compleja que se relaciona a la muerte de las fibras que conforman el nervio óptico, por lo tanto, causa un deterioro irreversible de la visión. Esta es una enfermedad silenciosa en sus primeras etapas, es decir, asintomática, por eso, puede pasar desapercibida y ser detectada en una etapa avanzada, cuando ya existe un compromiso en el campo visual. Ahí radica la importancia de realizarse exámenes oculares periódicos que incluyan la medición de la presión ocular, el estado del nervio óptico y otras estructuras oculares asociadas al aumento de la presión.
Fotopsias (visión de luces), dolor ocular, dolor de cabeza, halos rodeando las luces, dilatación de las pupilas, pérdida de visión, ojos rojos, náuseas, vómitos y pérdida del campo visual.
«El tratamiento del glaucoma depende de la gravedad de la enfermedad. El tratamiento puede incluir cirugía, láser o medicación. Habitualmente, para el control inicial del glaucoma se recurre a gotas para los ojos conjuntamente con medicación para lograr la reducción de la PIO.
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Pacientes de cualquier edad son aptos para recibir tratamiento clínico o quirúrgico.
Antes de la cirugía se recomienda que el paciente evite tener contacto de los ojos con cremas o perfumes que puedan ocasionar una infección. Además, es importante realizar el tratamiento indicado para la higiene de los párpados y seguir las indicaciones dadas por el especialista.
Después de que se realiza la cirugía refractiva, se recomienda utilizar gafas que eviten el contacto con el sol, no realizar esfuerzos físicos, evitar tocar o frotar los ojos, y seguir cuidadosamente las especificaciones dadas por el médico cirujano.
